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martes, 19 de diciembre de 2006

EL FAMOSO MIEDO DE LAS EMPRESARIAS

Cuando escribí la palabra miedo en mi primer post, mencioné uno de los sentimientos que más afecta a las mujeres emprendedoras.

A las mujeres se nos ha educado para que seamos prudentes y desde la más tierna niñez se solía corregir rápidamente a las niñas traviesas y más inquietas. Se nos pedía que fuéramos buenas niñas, modositas, calladas mientras que a los chicos se les permitía hacer cosas más arriesgadas, incluso se les alentaba a que hicieran cosas nuevas. De ahí que las mujeres tendamos a mantener el status quo y nos atormente y mucho el arriesgarnos, produciéndonos mucho miedo.

Tuve la suerte de asistir a una jornada con la Profesora Alicia E. Kaufmann en la que nos hizo ver a través de experimentos y puestas en común, que el miedo es tan sólo un sentimiento, una percepción de que algo puede suceder. Si sabemos que el miedo nos puede servir como guía, si lo utilizamos como posible detector, señales de un posible problema, nos puede ser muy útil. Nos permitirá buscar alternativas de solución a esos problemas y el miedo no nos paralizará. Tenemos que dominar al miedo y no que el miedo nos domine a nosotras.

Me gusta mucho el canto de Rudyard Kipling que figura en su libro El exito comienza en la volutad:

Si piensas que estás vencido, lo estás.
Si piensas que no te atreves, no lo harás.
Si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes, no lo lograrás.
Si piensas que perderás, ya has perdido.
Porque en la vida encontrarás que el éxito comienza en la voluntad del hombre. Todo está en el estado mental.
Porque muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido
y muchos cobardes han fracasado
antes de haber su trabajo empezado.

Piensa en lo grande y tus hechos crecerán.
Piensa en pequeño y quedarás atrás.
Piensa que puedes y podrás.
Todo está en el estado mental.

Si piensas que estás aventajado, lo estás.
Tienes que pensar bien para elevarte.
Tienes que estar seguro de ti mismo
antes de intentar ganar un premio.

La batalla de la vida no siempre la gana
el hombre más fuerte o el más ligero.
porque tarde o temprano, el hombre que gana
es aquel que cree poder hacerlo.

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